Subidopor MiCanaldeArte el 04/05/2010
Gustav Klimt, pintor austriaco (Viena 1862 - 1918) fue la figura más representativa del modernismo pictórico en el mundo de habla alemana. Se formó en la escuela de artes aplicadas de su ciudad natal y triunfó como autor de grandes pinturas decorativas en un estilo de corte academicista, del que constituyen un buen exponente las pinturas de la escalera del Museo de Historia del Arte de Viena.
En 1897, su interés por el arte de vanguardia lo llevó a abandonar la Asociación de Artistas Vieneses y a fundar, con algunos amigos, la famosa Secesión Vienesa, de la que fue el primer presidente y máximo exponente. Las pinturas murales alegóricas para la Universidad de Viena, en las que se advierte ya un evidente cambio de estilo, suscitaron duras críticas, por lo que el artista abandonó el encargo antes de finalizarlo (las que había concluido las destruyó un incendio en 1945).
Como consecuencia de este episodio, ya no volvió a recibir encargos oficiales, pese a lo cual realizó gran cantidad de telas, en primer lugar paisajes plasmados con una concepción muy peculiar de la perspectiva y en los que predominan las tonalidades verdes, y después, sobre todo, figuras femeninas, que constituyen lo más conocido y valorado de su producción.
En estas obras supo combinar el realismo del retrato con un decorativismo extremo en los fondos y los vestidos, en los que predominan los tonos amarillos y dorados y los motivos inspirados en las alas de mariposa o las colas de pavo real. Destacan, entre otras muchas obras, El beso, Salomé y Judith I, imbuidas todas ellas de una sensualidad palpable. El Osterreichische Museum de Viena conserva una excelente colección de su pintura.
Una de las principales exposiciones del grupo secesionista será la organizada en 1902, dedicada a la escultura de Beethoven realizada por Max Klinger. Para este importante evento, Klimt pinta una de sus obras fundamentales: El Friso de Beethoven.
Música y poesía se funden en el Friso de Beethoven, obra primordial de Gustav Klimt y del Art Nouveau europeo. Fue creado para la XIV Exposición de la Secession vienesa de 1902, organizada en torno a la estatua de Beethoven esculpida por Max Klinger. La muestra se concibió como un lugar sagrado, una especie de templo para un hombre convertido en un Dios, en palabras del crítico Ludwig Hevesi.
Aquella exposición se inauguró con la interpretación, ante la estatua, por un pequeño grupo de instrumentistas de viento, de un arreglo (realizado y dirigido por Gustav Mahler) de la Novena Sinfonía de Beethoven. Este acto atrajo enormemente el interés del público e hizo que la exposición fuera una de las más visitadas (58.000 visitantes) de las organizadas por la Secession. Para esta exposición pintó Gustav Klimt el Friso, que estuvo rodeado de fuertes polémicas, llegando a ser acusado de reflejar "alucinaciones y obsesiones" y "caricaturas impúdicas de la noble figura humana".
El Friso es una gran composición articulada en una serie de episodios simbólicos sobre la salvación de la humanidad a través del arte (la estética profesada por los secesionistas) hasta culminar en la alegría y felicidad más puras: el Coro de los ángeles del Paraíso. Para el Friso, Klimt se inspiró en la interpretación de la Novena Sinfonía que hizo Richard Wagner en 1846 y en la letra del Himno a la alegría de Schiller, al que Beethoven puso música en el coro que cierra la obra.
El Friso de Beethoven se conservó hasta la primera exposición completa de Gustav Klimt (1903), pasando a otros propietarios y destinos en años sucesivos. Trasladado en 1961 a la Österreichische Galerie Belvedere de Viena, fue finalmente adquirido en 1972 por la República de Austria y restaurado entre 1975 y 1985. Tras permanecer oculto al público durante decenios, se mostró por primera vez al público en 1985 en la célebre exposición Sueño y realidad de la Secession, y enriquece desde hace veinte años la oferta cultural de Viena. En 1984 se realizó, por iniciativa de la Österreichische Galerie Belvedere, una copia de la totalidad del friso en tamaño original sobre planchas ligeras, con el fin de mostrarlo en exposiciones.
En Roma, en el marco de la Muestra Internacional de Arte (1911), recibe el primer premio por Muerte y Vida. Participa en la Gran Exposición de Arte de Dresde (1912) y es nombrado presidente de la Unión Austriaca de Artistas. IX Exposición Internacional de Arte en Múnich y III Exposición de la Unión Alemana de Artistas en Mannheim, en 1913. En 1915 expone en la muestra Artistas vieneses, de la Kunsthaus de Zúrich con Schiele y Kokoschka. Es nombrado miembro de la Academia de Bellas Artes de Sajonia, con sede en Dresde (1916) y miembro de honor de la Akademie der bildenden Künste (Academia de Bellas Artes de Viena), en 1917.
El 11 de enero de 1918, sufre una apoplejía y queda hemipléjico. Muere el 6 de febrero y es enterrado en el cementerio de Hietzing.